“Me reservo la respuesta para otro día”. De esta forma tajante, Javier Limón, el marido de la enfermera infectada de ébola, ha zanjado en conversación telefónica con EL PAÍS la pregunta sobre si se habían cometido errores en la atención a su mujer, Teresa Romero. Ambos se encuentran ingresados en el hospital Carlos III de Madrid. Ella, después de haber dado positivo por la enfermedad; y él, en observación para comprobar si también ha contraído el virus.
Su pareja, auxiliar de enfermería de 44 años, formó parte del equipo de 30 profesionales que atendió a los dos religiosos infectados en África, trasladados a España y finalmente fallecidos:Miguel Pajares y Manuel García Viejo. El 30 de septiembre empezó a sentirse mal, con fiebre de 38,6 grados y astenia (falta de fuerzas y fatiga), aunque no fue hasta ayer lunes, seis días después, cuando fue ingresada, ya que entonces tenía fiebre más alta. Romero estuvo en la habitación de García Viejo dos veces: una para atenderle y otra, justo después de que falleciera el 25 de septiembre, para recogerla, según informó este lunes la Comunidad de Madrid.
Preguntado por el estado de salud de su esposa, cree que “va evolucionando bien”, sin querer ofrecer más detalles tampoco sobre las pruebas que le están realizando en el centro. Respecto a él, asegura con un escueto: “Estoy bien”. ¿Le han hecho ya exámenes médicos? “Me los van a hacer ahora”, ha señalado a media tarde de este martes. ¿No se los han realizado todavía? “Eso no se lo voy contestar. En esos temas no quiero entrar. Secreto profesional”, ha respondido justo antes de cortar la llamada.
De entre el medio centenar de personas vigiladas por haber tenido contacto con la enfermera en las últimas semanas, el caso de Javier Limón. es el que más preocupa a las autoridades sanitarias, ya que es quien más contacto tuvo con la mujer.
Limón sí que se ha extendido más sobre el caso de su perro, Excalibur, que será sacrificado ante el temor de que sea un foco de propagación del ébola. “Como saben que me estoy moviendo para impedirlo… Cuando interesa algo, sí que se hace rápidamente. El perro está en casa, encerrado, con comida y bebida. Qué más les dará que esté allí una semana, no va a contagiar a nadie”. El marido de la enfermera ha lanzado en las redes sociales una campaña a través de organizaciones de protección de los animales para impedir que su mascota sea matada, sin embargo, la Comunidad de Madrid ha decidido sacrificarla ante el riesgo de que sea un foco de propagación de la enfermedad
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